miércoles, enero 03, 2007

A la deriva.

Hay mucha gente. Demasiada gente. Un trago más de ron y cierro los ojos. Sigo inmóvil mientras todo da vueltas a mi alrededor y pienso que estoy en un carrusel. Todas esas personas, riendo, moviéndose de un lado a otro, serpenteando a través de la sala. Todas esas luces, queman mis ojos aun cuando están cerrados. Ese zumbido, mezcla de voces y música muy fuerte, tan demasiado fuerte en ese instante en el que sigo de pie, con los ojos cerrados buscando nubes de colores en un cielo completamente negro.

Luego se detiene el tiempo. Ya nada se está moviendo, el zumbido molesto se convierte en el monótono y angustiante rugir del silencio. ¿Dónde estoy? Me pregunto. No me atrevo a moverme, y ahora que tengo los ojos abiertos sigue siendo todo negro. Qué miedo. Todavía recuerdo cuando bajaba corriendo a la cocina de mi casa para sacar unas galletas. Qué miedo le tenía a lo oscuro, a lo desconocido. Por supuesto que era mi casa y la conocía, pero en la noche todo parecía diferente. Todo es culpa de los duendes, pienso. ¿Por qué ya no me gustan tanto las galletas? ¿Qué haces pensando en eso? Vuelvo a la realidad y poco a poco puedo ver de nuevo. Sigo parado ahí, en medio del patio, mirando al cielo esta vez con los ojos abiertos pero igual, hoy no existen las nubes de colores.

Como un incendio que avanza devorando bosques y aumentando su furia, siento como pasa el ron por mi garganta. Una noche más destruyo mi cuerpo y ahogo mi mente en alcohol, antes era el placer de la autodestrucción el que me seducía, ahora lo hago por razones que no entiendo. No tengo nada que olvidar y me falta tanto por vivir, demasiadas cosas que quiero pero a veces les tengo tanto miedo. El miedo a arriesgar algo, o nada, a veces ni se que estaría arriesgando al probar algo. Igual termino no haciendo nada, inventando historias en mi cabeza sobre lo que pudo ser pero… siempre hay un ‘pero’ que me golpea las costillas siempre que trato de dar un paso más hacia lo que quiero. Hacia lo que necesito y hacia lo que anhelo más que nada en el mundo. Hacia lo que sueño y por lo que me despierto todos los días.

Demonios en mi se pelean, me encadenan a una piedra gigante y luego la tiran a un río. No me quiero ahogar pero la presión es demasiado fuerte y el río me jala y me hunde y de nuevo aparecen las voces, la música y la luz. De golpe regreso una vez más al mundo real y respiro. Miro a los lados y todo sigue como si nada. Muevo la cabeza, trato de ordenar mi cabeza y empiezo a buscar alguna cara conocida.

Camino sin rumbo, entre la gente que baila, se contornea, suda. Hay un aire a deseo en el ambiente que me embriaga de malos pensamientos. Viajo a la deriva en el mar de personas, todas extrañas, gracias a empujones me muevo a través de la sala, sin sentido simplemente esperando el final de la noche que parece no terminar nunca. No estoy buscando nada, pero siento que necesito algo. Joc.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que bueno este post! ta wenaso wenaso wenaso

jimena :)