lunes, abril 14, 2008

Marte

¿Qué sentir cuando, por la tarde, ves el reflejo del sol en un edificio?
Y te das cuenta que todo alrededor es rojo, y que el piso es rojo, y que el cielo es rojo, y el humo de tu cigarro, rojo, y el vaso de ron, rojo, y rojo tú por dentro.
Ves una nave, una motocicleta volando hacia la neblina que rodea la luna, roja, y rojo el dolor del mundo, rojo el llorar de los arboles, rojo lo estoico en las piedras, rojo el recuerdo de las arenas en el desierto.
Rojo tu corazón helado, rojo tu corazón ardiendo. Rojos los dos soles que se pierden en el firmamento, en sentidos opuestos, y roja el aura que te envuelve, es la civilización, es un robot, es el cáncer de la tierra, una enfermedad llena de cables.
Ya ni escuchas tu pensamiento en el ruido, en la bulla de lo desconsiderado, en el tráfico de luces, todas rojas hoy.
Roja tu alma que grita, que llora lágrimas rojas, que se queman, y tiñen de rojo las veredas, donde se dibuja, en tiza roja, cuerpo sobre cuerpo muerto.
Toma la sangre, del pueblo perdido, del gemido angustiado, destrúyete en ella, mientras sudas sangre, mientras tus ojos rojos, no ven nada, y se quema tu mirada.
De pronto se eleva, un fantasma rojo en el cielo, que te llama, y te dice: Salta.
Diez minutos después, cae gris tu sentir, y te olvidas de todo. Cae gris el inicio de la noche, a las siete y trece.

Luz amarilla, de un poste a la vereda

I. Soy un vaso

Volteándose a la botella
permanece
el vaso vacío
y medio lleno
me habla de colores
me habla con palabras que
siento mías, siento perfectas
y al ritmo del vaso
prenderme a su paso
y viajar su viaje extraño
al sentir un sueño propio.

Qué pintas vaso,
medio vacío tan lleno
me pinta soñando
ganando y perdiendo
me pinta atrapado
me pinta y yo no lo hago.

Ya no entiendo su discurso
y entonces prefiere
callar
y escucharme a mi callado
pensando en que a tu lado
nunca nada era difícil, ¡Ay
vaso no te burles
de mi verso trillado!
que si sueno a enamorado
culpa no a mi corazón
sino a tu pintura
sino a tus colores
sino a tus palabras

Vaso vacío
y tan lleno, tan
por sobre todo lo que tengo
a ti te tengo, y encuentro
en tu poción salvaje
que escuchas, que entiendes
y te vuelves parte mía
cuando soy completamente un vaso
que a veces esta medio
pero casi siempre vacío.


II. Y camino extraviado

Camino por la vereda
camino entre las sombras de los arboles
yo camino, y a la vez
paso a paso retrocedo
y de nuevo avanzo
y no me quedo porque me llevan
me llevan aguas turbias
me lleva un sentir confuso
camino entre sombras y bloques
de piedra, de acero
grises y al verlos
camino de noche, con ojos de noche
sin piso ni cielo.

Mi camino es uno
que aún no ha sido trazado
y sin embargo han caminado
muchos otros
ojos trasnochados

y el destino me espera
sin yo haberlo llamado
camino ahora al borde de la vereda
hay luces a mi lado
perdiéndose avanzando.
¿Por qué mi caminar no trazado
no rueda al son de los faros?

Me miran sin que yo los quiera
y de un monte, al lado
me buscan entre sirenas
qué paso mi pie ha dado
qué buscan
me buscan atolondrados -

salen del monte, cabalgando
y no tengo miedo ni furia ni paz ni pereza
son espectros
oscuros y a la vez
tan claros
claros a mis ojos trasnochados
claros en la luz de cada faro.

¿Por qué al ver la otra vereda
siento inútil mi camino?
y digo
no
es que hay huellas del pasado
que no quiero hoy pisar
y en mi particular caminar
busco yo también algo
busco mi reflejo perdido
y tus ojos
extraviados
no quiero caminar, sino volar
y a pasos que no entiendo
me siguen llevando
aguas turbias
y un sentir foráneo.


III. Pues soy el hijo

Soy el hijo bastardo
de la tierra
del caos
y las falsas estrellas
nacido en el humo
y a la luz de postes amargos
de ojos angustiados
que a la espera de un paisaje armonioso
se marchitan
como la rosa no correspondida
en la mano
de un amante derrotado.
Son postes como esos
mis hermanos
y lloran conmigo
perlas de fantasía
que se revelan en el silencio
de lo oxidado.

Soy ceniza en la vereda
y una marca masticada, hecha negra
barrida al dolor de los quiebres
en la brea y en el cemento de la memoria
de lo que alguna vez fue sol,
y mar y sonrisa, quedan huellas.

Soy el hijo bastardo
del transtorno
de las voces en la avenida.

Soy una lágrima amarga
que se esconde
en risas floreadas de plástico
y desespero
pues desespera
el temblar de mi mano.

Joc