jueves, mayo 18, 2006

Conclusión Inevitable.

He dejado de escribir por ya casi dos semanas y siento que algo me falta. Por ahí habré tratado quizás de poner en papel alguna idea, pero nada claro. Y hace un par de días me encontré tratando de contar la historia de un panda muy feliz que iba a la guerra. ¿Qué paso con los sentimientos malignos que me empujan a seguir adelante? ¿Es que el mundo es mejor ahora? ¿Ya no puedo quejarme, maldecir, insultar, ni nada de eso que en los buenos tiempos me llenaba de emoción? ¿Dónde están los valores retorcidos, lo estúpido e irracional del mundo, lo deliciosamente grotesco, la belleza macabra de la persona, el odio? Estos días no los he podido encontrar, se escapan de mi mente las ideas y aparecen arco iris y pasto morado. Estoy tan cerca de los cuentos de hadas, ya siento el revoloteo de pequeñas campanitas a mí alrededor, chillando, niños jugando, príncipes azules. Es tan doloroso siquiera pensarlo. No me gusta estar feliz, porque entonces todo se vuelve aburrido. Prefiero aplastar hadas y cortarle los dedos uno por uno a un niño en mis sueños.

Volviendo a la idea anterior, dejando atrás mi negra visión de la vida, hace un rato miraba la pantalla de mi computadora pensando en que escribir y entonces encontré esta peculiar frase: “Dicen que toma un minuto encontrar a una persona especial, una hora para apreciarla, un día para amarla, pero una vida entera para olvidarla”. ¿Crees que tuvo algún mensaje revelador para mí? Entonces eres un idiota y mereces la muerte. Ni siquiera intenté leerla completa y ya mi detector de mierda se había disparado a niveles que ni yo sabía existían. Dejando de lado el hecho que no tiene sentido y a nadie le importa, me di cuenta que las cosas siguen siendo igual de estúpidas, la gente igual de ciega y… bueno toda clase de insultos que me imagine en el momento pero que no vale la pena escribirlos todos, y el mundo igual de absurdo. ¿Entonces por qué no escribo? Malditos videojuegos, son ellos, soy su esclavo.

Al final si leí toda la frase, y comprobé que era mentira. Numero uno, yo seré la única persona especial hasta que clonen mi cerebro y lo vendan por Internet. Dos, yo no me demoro una hora en apreciar a alguien, simplemente no aprecio a nadie. Tres, sin comentarios. Cuatro, ya te olvide. ¿Una vida? No, unos segundos. ¿Quién eras? No importa, no quiero saber. Muérete.

Joc