miércoles, agosto 13, 2008

Muerte sucia y pendeja

Extiende tu mano y dame una moneda.
Esa niña.
Sus ojos clavados en la parte de atrás de mi cabeza. Siento su imagen acosándome, destruyéndome. No hay sábanas suficientes en el mundo para taparme ni fuerzas para cerrar los ojos y perderse en un sueño mojado. Ya no puedo (muerte sucia y pendeja).
Hola.
Extiende tu mano y dame una moneda. Repite la oración en tu cabeza mil quinientas diecisiete veces. Siente como tus ojos se van volviendo piedra con cada palabra. Empiezas a llorar tierra. Tienes ganas de gritar, de salir corriendo. Sabes que no puedes. Saboreas una voz por encima del hombro, una lengua que entra por tu oreja. Te despierta y estás atento.
Se escucha una melodía de fondo. Una canción de niños. Garras negras te atrapan y escarban tus tripas. Hay sangre por todas partes. Tus ojos piedra se tiñen de rojo. La niña se ríe detrás tuyo. La ves tan claramente. Todo tiene un tenebroso sentido romántico. La niña va rompiendo uno por uno los dedos de su mano. Sientes cómo te acaricia el cuello mientras tus ojos empiezan a dar vueltas sin parar. Toda la sangre, todos los huesos rotos. Toda tu mente, toda hecha mierda.
Se escucha una melodía de fondo. Extiende tu mano y dame una moneda.

No hay comentarios.: