lunes, febrero 25, 2008

Rumbo Aventura

Odio los días que anteceden a fiestas y feriados. Odio la tensión que se crea alrededor de estas fechas en las que todos tienen que tener un plan. Un buen plan, que te haga pasar una buena fiesta. Año nuevo no fue diferente. Después de navidad queda un vacío de cuatro o cinco días en los que 'armas' tu tono de año nuevo. Desde ver cómo pagar un precio exageradísimo para entrar a una fiesta cheverengue hasta comprarte sandalias que combinen con tu ropa de baño rip-silver, pasando por ver en qué playa te vas a quedar (si es que te vas a la playa, que en Lima es lo más común), dónde vas a dormir, cuánta plata te van a dar para que no tengas que comer pan con atún todos los días, etc. Todo es preocupación, estrés. Todo es preparación, coordinación y nada, nada divertido. Dos días antes de año nuevo, mi plan seguía siendo el mismo de cualquier fin de semana, o cualquier día en general ya que estoy en vacaciones: reunir a un par de olvidados y chupar. Juntar a los que sobren y burlar la regla que dice que todos tienen que hacer algo especial en un día de fiesta. Poco o nada me importa cambiar de 2007 a 2008 la fecha que escribo en mis cuadernos Loro de matemática o lo que sea (no es que los tenga, pero doy por hecho que probablemente termine con algún cuaderno de ese tipo más adelante en el año), así que la celebración ésta me tiene sin cuidado. Sin embargo, un par de amigos me llamaron y bueno, para no hacerla larga, conseguí sin querer un plan de año nuevo. ¡Yeee! En fin, terminamos pasándola bastante bien en un club llamado 'Aventura' (bastante pretencioso el nombre, y muy fuera de lo que en verdad representa el lugar en sí), conocido por ser un ambiente en donde la idea es pasarla bien sanamente y respetar las buenas costumbres. Como podrían imaginar y peor aún si me conocen, hay bastante que contar. No quiero hacer de éstos párrafos un relato común y corriente, ya que resultaría bastante aburrido, pero me pareció pertinente resaltar algunas tonterías de este sorpresivo y muy extraño viaje.
Antes que nada, tengo un par de cosas que decir sobre cada uno de los peculiares personajes que tomaron parte y en momentos catalizaron ciertas situaciones (haciéndolas dignas de ser escritas) gracias a su completa locura y excentricidad.
El Chino - En general fue el que hizo todo posible, planeando y coordinando hasta el momento de partida. Tenía billete como mierda para esta ocasión, característica mencionable y definitivamente muy de puta madre si se compara con el estado calamitoso de pobreza en el que nos encontrábamos los demás. Vive enamorado y a la vez brutalmente traicionado y acuchillado por los ambiguos y siempre hijos de puta ángeles y demonios del amor. Tiene una extraño llamado del trago a morir temprano.
La Rata - Parásito succiona sangre, vil delincuente, estafador, ocasional proxeneta de barrio adinerado y sobretodo muy buena punta para el viaje. Tiene una pinta que mezcla el rock n roll playero con el drogo más buena gente de la cuadra- o del barrio entero. Considera de buen gusto dejarse el atrevido 'bigote chifero'.
ARMY-MEN - Es negro y se unió a la patrulla al último minuto. Si se dice que ese gordito maricón llamado Cupido te tira una flecha y te enamoras, ARMY-MEN fue ametrallado sin piedad, asaltado y en repetidas oportunidades escupido y pateado-en-el-piso por un matón gigante trabajando para el mismo propósito, OUUU NENA el amor. También hace buena música en diversos grupos y es de personalidad obsesiva, paranoica y en algunos casos de locura extremoviolenta y psicópata. Cuidado al atraparlo, señoritas, es una invaluable presa.
Juana la Banana - Es hombre y a causa de incontables, terribles traumas de niñez fue convertido en un alcohólico sin remedio. Muy buena persona y amigo en general aunque también es bastante idiota. Desciende directamente de una familia real de los Incas en tiempos de la colonia y gracias al entrenamiento ancestral (de parte de sus abuelos) domina la técnica de batalla conocida como 'tirar piedra y correr' y el 'chupar como cosaco'. Actualmente, se encuentra en una relación de tipo amistad-amorosa sin beneficios o amor de hermanos sin ser hermanos, lo cual no tiene sentido y probablemente no pensaría dos veces antes de levantarme a su no-enamorada.
Para cada uno de los eventos relatados a continuación, es de suma importancia imaginar a las personas descritas párrafos atrás participando y aportando al caos y total desenfreno. Se que poco o nada las voy a mencionar textualmente ya que muchas veces se apodera de mí un egoísmo egocéntrico perturbante, en especial cuando escribo. De todas maneras, al tener una idea de cómo son estos personajes, pintan divertida y psicodélicamente toda la historia.
Llegamos hasta el club en taxi. 88 km en taxi. 120 soles mas peajes. En mi sofisticado grupo de amigos, pensamos que la comodidad viene antes que unos cuantos soles de más. Claro que luego terminamos economizando hasta la muerte, pero recién empezaba la travesía y nos sentíamos felices y llenos de alegría y optimismo. Hasta yo expresé mi satisfacción por tener un plan de año nuevo. Con esto creo que es bastante seguro afirmar que en ese momento el ambiente era de arcoiris y sol-con-sonrisa en cuanto a felicidad.
A mitad de camino se malogró el taxi. Empezó a salir humo como mierda del motor así que salimos corriendo. No tengo idea cómo me pasan huevadas de este tipo pero el destino quiso que nos detuvieramos en el lugar más sucio y completamente hecho cagada de toda la carretera. Estando en la panamericana sur, se espera tener arena o por lo menos tierra al lado de la pista. Al pararse el carro, ¿Qué encontramos al lado? Basura que olía a cadáver de anciano muerto luego de ser atacado por zombies y pescado, y aletas de sirena tiradas entre la tierra. Ok, no eran aletas de sirena, pero durante todo el viaje fueron llamadas así. Hay una foto en Facebook, creo. Aj, Facebook. En fin la cosa es que mientras el chofer intentaba arreglar su motor con gebe, plantas muertas y algún tipo de fruta redonda podrida, toda la alegría y buena voluntad de la tripulación caía en picada. Estábamos naufragando entre arena y basura mientras gente bacancita pasaba en sus carros con tablas de surf y demás accesorios que dicen mi-vida-es-extrema riéndose de nosotros, cuando de pronto aparecío en el camino el genialísimo aunque mete rata AUXILIO MECÁNICO ALTOQUE. Un carro hecho mierda que se cuadró delante del taxi y del que bajó un gordo sucio que parecía tenía el oberol pegado a su cuerpo con brea que dijo: ¿Algún problema? Soy mecánico. Todos pensamos que nos iba a violar/matar y justo cuando ya estaba listo para empezar a gritar como una niña que encuentra una cola de rata en su hamburguesa mientras Ronald McDonald le baila calato encima de la mesa y su amigo la caca morada le lame los pies de manera lujuriosa- con pana y elegancia, el problema del motor se arregló y todo listo vao a la playa. Vao.
Al llegar al sitio nos encontramos con una muralla de piedra que exclama lo bonito y privado que es el lugar. Para qué decir más, es un club ficho para gente que puede comprarse una casa rodante. ¿Dónde mierda venden casas rodantes? ¿Quién las hace? Hablando seriamente, no son de este mundo. Vienen de las películas y definitivamente no combinan con el Perú. Para esto, el papá de mi querida amiga y latente amor en secreto Joaquina tuvo la amabilidad de jalarnos en su carro desde la carretera e invitarnos al club para que pudieramos entrar. Es un tío muy de puta madre con estilo que probablemente será mencionado más adelante. Sacamos nuestras cosas y, caminando hacia la playa, observo todo tras mis lentes Ray Ban y me siento muy rock n roll. Llegamos a nuestro sitio de carpa y dejamos todo tirado. Tengo hambre, y me aburro un poco. Esta chica, Joaquina, es muy divertida. Cada vez que la veo, imagino que es una princesa de juguete y se va a ir volando en un unicornio de hule, rosado o turqueza. Me hace reír y, sin poder negar su belleza poco ordinaria, también resulta un delicioso dulce para los ojos. Tengo hambre.
Estos mozos del restaurante del club, AHHHRRG, sin pensarlo dos veces, un tiro en la cabeza a cada uno, por usar camisas hawaianas hasta el culo y por pasarnos de largo como si fuéramos leprosos moribundos o zombies contagiosos. Han atendido a todas las mesas antes que a nosotros, y si después de media hora vino uno a la nuestra, fue de mala gana y sólo porque prácticamente hemos hasta reventado cuetes llamándolo. Dos horas después, llega la comida. Cuatro menús para niños y un cebiche porque el Chino tiene plata. El Club Aventura empieza tratándonos mal. Ni siquiera mal, sino indiferente a nuestra presencia. Me sentí relativamente violado mientras caminaba de regreso a la carpa, a que empieze la juerga. Vodka, jugo de granadina y Cifrut. Un par de vasos y me siento lleno de arena, meloso y algo avergonzado al ver que son las tres de la tarde y ya estoy tomando. Alrededor nuestro, las demás carpas disfrutan de almuerzos familiares en la playa y conversaciones trivialruidosas. Buen ambiente para la crianza de niños, y yo nunca tuve eso. Miento, claro que lo tuve, mi familia me quiere. Supongo que algunos simplemente salimos torcidos desde el útero. Mira tu.
En los círculos donde ando y entre casi todos los sabios y mentores que me han hecho crecer como persona esta dicho que, cuando alguien irrumpe en una conversación para decir algo sobre mierdas esotéricas, el destino, las cartas y los signos zodiacales es momento de sacar un bate y golpear a la persona en cuestión hasta que muera, por el bien de la humanidad, o en todo caso, de manera menos dramática, tirarle cerveza en la cara y continuar la conversación en otro lugar. Fue curioso, entonces, que Sofía, amiga mía y de Joaquina, apareciera en nuestra carpa una noche a jugar a las cartas del Tarot. Tratando de evitar el sarcasmo contínuo y la burla que me nacía de todas partes, me entretuve viendo los dibujitos de las cartas. Son de puta madre.
Hicimos una fogata cerca a la playa y nos pasamos un buen rato tratando que prendiera con la ayuda de papel periódico y pan Bimbo que olía a tostada, sólo que de una manera nociva. A mi me gustan las tostadas, pero esas eran otra nota, definivitivamente nada que se pueda comer sin destruirte el organismo. Voy a la carpa un rato a sacar no se qué y de regreso me quedé viendo cómo un par de chibolos jugaban a sacarse la entreputa con sables láser de Star Wars. Recuerdo que yo también me divertía jugando a las espádas, aunque casi siempre solo, matando bichos imaginarios y agitando al viento un palo de escoba en vez de un sable láser. Cómo cambian los tiempos. Esa noche, no tomamos nada. Me alegro, porque dormimos hasta la mierda y desperté completamente descompuesto. No creo que hubiera podido sobrevivir una resaca, y de morir, hubiera quedado como un pavo-sonso. ¿Quién se muere un 31 de diciembre? Yo no.
Es 31 entonces y la paso relajado en la playa. No me pongo bloqueador ni nada de esas huevadas porque soy hombre y los hombres no están para esas cosas. Me quemo como la puta madre y me duele un poco. Un poco. Hay un momento en la tarde, mientras el sol cae, que todo entra en una atmósfera rojiza y bastante psicodélica a mis ojos, pero dura unos diez o quince minutos nomás. Salimos del club a comprar leña y provisiones. Terminamos comprando más trago, nada de comida y cuatro bebidas energéticas Vortex (red bull peruano) que estaban de oferta y venían con un condón de regalo. Bah, como si lo fuera a necesitar. Bueno fuera. Regreso al club bastante activado, con ganas de torcer mi buen juicio y sentidos al ritmo del alcohol. Ya todo está oscuro y el camino se torna tétrico y lleno de sombras. Empezamos a hablar de vampiros y zombies y fantasmas y discutir sobre por qué los zombies caminan como idiotas en vez de correr, con excepciones en algunas películas.
Ya avanzada la noche, cerca a las doce y sentados tomando alrededor de la fogata frente a la carpa, se aparece un tío mala-gracia y nos recuerda las buenas costumbre a la vez que nos pide por favor no quemar su carpa, que estaba al frente de la nuestra. Seguimos tomando. Joaquina, Sofía y una nueva pero bienvenida nena, Susana, deciden quitarse a la fiesta del Club, muy formal y con mesas y copas y todo eso. Empiezo a decir 'nena' cuando ya me encuentro algo movido por el trago. Nena. Ah, verdad, antes en la mañana llegó Juana la Banana, mucho más guerrero que cualquiera de nosotros (vino en micro y tuvo que caminar dos kilómetros y medio de regreso porque el tarado decidió bajarse dos kilómetros y medio más adelante en la carretera, nadie sabe por qué) y también fue bienvenido.
Dan las doce. Año nuevo. 2008. WOO yeah y todo eso. Champán. Fuegos artificiales. Salud de nuevo. Se acabó la botella.
El trago se acaba a las dos de la mañana, el Chino había muerto media hora antes, previo escándalo y show digno de cualquier buen borracho. La fogata ya poco quedaba y la situación parecía no tener solución. ARMY-MEN se fue a la orilla a reflexionar sobre su existencia, existencialmente hablando. Eventualmente regresa y por hora y media pasan cosas que deben haber sido aburridas ya que no me acuerdo de nada. Ah, verdad, Juana la Banana perdió la esperanza y se fue a dormir. Sin comentarios sobre eso.
Parados frente a la entrada de la fiesta del Club, la Rata, ARMY-MEN y yo analizamos cómo colarnos. Vemos de lejos a las nenas bailando con puros taraditos hasta las huevas bien vestidos y perfumados. ARMY-MEN no se había cambiado desde que llegamos. Eso basta para explicar el contraste entre las dos partes. Nosotros éramos los 'malos' del lugar, mismo forajidos del desierto que comen piedras versus vaqueros con serias tendencias homosexuales. Ser 'malo', en ese contexto, es bueno. Ok entonces éramos los buenos, pero igual teníamos que colarnos. Como en cualquier fiesta con toldo, la entrada para los mozos es el camino a seguir en cuanto a fechorías de todo tipo y colaciones. Entramos entonces y poco a poco nos mezclamos en el lugar. De todas maneras, por nuestra mala pinta (de nuevo, malo se torna bueno), era imposible no resaltar. Desplazamos a los taraditos, y que empieze el baile. Me divertí bastante bailando con Joaquina en especial, se mueve mirando como al cielo de una manera tan risueña que te hace pensar en peluches voladores y destellos inmaculados de limpieza y pulcritud perfecta digna de un mundo de hadas y demás cosillas alegres. Bailando conmigo, creo que balanceo un poco la situación hacia lo relativamente normal. Algo importante que no puedo dejar de mencionar es que Susana baila cumbia como la puta madre. Fue una sorpresa muy grata, o quizás estaba muy pasado de tragos, pero la vi muy bien.
Son las siete y algo de la mañana y estoy tomando aguadito mientras converso con el papá de Joaquina, conocido como don Vito para todo el viaje. Durante la noche se había portado con un Black Label que estaba a la mitad, y eso fue una gran muestra de lo muy de puta madre que es. Luego de andar bailando por todos lados, la patrulla se había dispersado. Sigo tomando el aguadito que sabía a resurreción y gentileza de una abuela combinadas cuando se sienta a mi lado la Rata con una botella de whisky, obviamente de otra mesa. Don Vito esta muy feliz por esto y se sirve un vaso mientras elogia el proceder de la Rata. Entonces, veo acercarse a un tío de camisa rosada (lo que me dice de por sí que es un idiota) y pienso... problemas.
Son extrañas las cosas que suceden cuando tomas un trago prestado de un adulto arrogante que lucha agonizando contra la tercera edad mientras su inevitable y sonora decadencia en cuanto a todo lo que él podría llamar 'su mundo' lo deja impotente y, por consecuencia, furioso. Reprende a la Rata intentando mantener la cordura y le da palmaditas en la espalda (aunque a causa de la insolación, le resultaron bastante dolorosas). Se va con su trago a su mesa para discutir con sus amigotes, probablemente sobre cómo la juventud ya no es la de antes y demás cosas relacionadas a las buenas costumbres. Miraba molésto hacia donde estábamos y yo no sabía cómo evitar cagarme de risa, casi me atoro con el aguadito. Don Vito sabe que el lío aún no termina y se ve obligado a intentar arreglar la situación de forma madura, como adultos. Las cosas se alteran cuando el tío arrogante comienza a lloriquear sobre cómo este 'robo' le ha malogrado toda la noche (aunque ya son las siete y media de la mañana) y que también lo hemos dejado mal frente a su esposa (qué carajo tiene que ver ella, no tengo idea). Don Vito se las arregla pero la Rata tiene que pedir disculpas y rendir su hombría ante el idiota agraviado. Le dicen que es un ladrón y que va a terminar vendiendo las joyas de su abuela para conseguir droga en el futuro. La Rata acepta todo de una manera de lo más homosexual pero evita mayores problemas. Lo entiendo, aunque si hubiera sido yo, le tiraba una silla en la cara, le guiñaba un ojo a su esposa y me iba corriendo con la botella de whisky. A veces me nace el Robin Hood, sólo que sin la malla verde ni el gorrito con la pluma ya que lo considero demasiado pretencioso.
A la mañana siguiente (dormí de ocho a nueve de la mañana) estoy hecho mierda. Agarramos nuestras cosas y don Vito nos jala a la carretera de nuevo. Caminamos al borde de la carretera un rato y me siento rock n roll una vez más. Un momento de tranquilidad para reflexionar sobre todo lo vivido en éstos días de fiesta y regocijo, siempre conscientes de que en cualquier momento podríamos morir atropellados ya que caminar de espalda a los carros tambaleantes y resaqueados el primero de enero no es muy buena idea. Eventualmente viajamos en combi hasta Mala y, acompañados por un nutrido y diverso ramillete de seres playeros que también venían de celebrar, regresamos a Lima en un bus de mierda hasta las huevas que, irónicamente y gracias al cansancio extremo, me resultó bastante cómodo. Terminamos por fin en el McDonalds de benavides, cerca a nuestro antiguo colegio, y es como si el tiempo no hubiera pasado. Comiendo mi hamburgesa McPollo Jr. con un vaso de agua regalado de mala gana, me pregunto: ¿Y ahora? Nada, sólo espero que con el tiempo tenga más historias como ésta para contar, de aquella vez que brindé a la inmortalidad de las buenas costumbres en el club Aventura.
Salud por los buenos tiempos, y gracias. Joc.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahi estoy otra vez! Jajaja me encanta este post :)

Diana Neves Eguren dijo...

jajajaja. joaquina se afana cada vez que sale en cualquier lado, pobrecita.
que paja tu año nuevo, sobre todo si fue con el papá de joaqui. (Y)