martes, diciembre 18, 2007

Domingo de Vacas MOO (no).

Despierto sintiéndome el ser más cachero del universo. Entro al baño y, mirándome en el espejo, pienso: Qué bien me sienta la resaca. Es el primer domingo de vacaciones, el primer domingo que cobra vida de nuevo. Hay tanto para hacer, tantas posibilidades que no se por dónde empezar. Me estiro, salgo a la terraza y respiro hondo. El sol brilla pero no quema, el viento refresca pero no enfría. Bajo las escaleras, acaricio a mi perra, le apreto el hocico y me mordisquea. Trae su chupón gigante de hule y lo lanzo a través de la sala, se voltea y corre para traerlo de nuevo pero aprovecho y me meto a la cocina. Ya han desayunado todos y encuentro, como de costumbre, un pan frío y medio vaso de jugo de naranja. Me lo tomo sin problemas y el pan no está tan duro. Es domingo de vacaciones y nada puede salir mal. Camino un rato por el departamento sin encontrarme con nadie, parece que todos han salido. A la playa, quizá. Entro al cuarto de mis padres y YEAH justo como lo presentía, me han dejado algo de dinero. Tengo mi celular, las llaves, un billete de veinte soles en mi bolsillo y una cajetilla de cigarros. Bien jugado, domingo. Buena mañana. Mierda, no tengo encendedor [la puta madre dónde se van esas huevadas que parece compro todos los días mil quinientos treinta y ocho y todos terminan PUFF rotos en la pista carajo por qué les sacan la vaina esa de metal para manipular la cantidad de fuego y volver al bendito aparato un maldito lanzallamas puta madre es que no han tenido infancia o todo el mundo está cagado del cerebro fue.] Prendo una hornilla en la cocina y listo, problema resuelto. Doy un par de pitadas despreocupadas y subo al estudio, mejor conocido como el lugar donde esta la computadora (llamarlo estudio, sólo porque si, resulta vanidoso). Me siento en la silla que le falta un tornillo y casi me saco la mierda, ceniza por todos lados, mier-da, ¿Dónde deje la tapa de mi desodorante (cenicero)? La encuentro y un vez controlada la situación entro a MSN MESSENGER dónde siempre encontrarás un amig@ con quien conversar vanal e impersonalmente y ponerle caritas graciosas (nótese la arroba utilizada en la oración, lo sé, soy genial). Suena mejor de lo que en verdad es. Nadie me habla, no tengo intención de iniciar conversación con nadie. Empiezo a pensar que me faltan amigos. Definitivamente me faltan amigos que entren a MSN MESSENGER y estén ansiosos de hablarme en la mañana del primer domingo de vacaciones de verano. Cierro todo y salgo a la calle. Mi portero se caga de risa al verme, probablemente recordando cómo llegue el día anterior. Siempre se caga de risa. Le pido prestado un encendedor. El puto tiene fósforos, y me dice que si sigo fumando tanto no voy a llegar a su edad. Le digo (y ya es la segunda vez) que soy un caso perdido porque fumo desde cuarto de primaria. Con esta mágica frase mi portero mira al cielo y aunque no tengo pruebas estoy seguro que reza para que Dios se apiade de mi alma. Me vuelo como cinco fósforos tratando de prender el cigarro. Finalmente lo logro y devuelvo amablemente la cajita. Mi portero me pide que le invite una pitada. Cómo no.
Caminar por Miraflores es muy relajante. El sol sigue portándose bien, la brisa acompaña perfecto. Es salida de misa y el óvalo Gutierrez esta lleno de gente. Una horda de madres con hijos revoltosos y ancianas cruzan la pista listas para hacer las compras de la semana en Wong. Las ancianas son todo un caso para mi. Al comienzo les temía, pero he aprendido a vivir con ellas. Siempre que me cruzo con alguna, tiene que hacer algún gesto, mirarme mal, murmurar algo en lenguas extrañas o simplemente plantarse y gritar al viento: ¡PERO MIRA CÓMO FUMA EL MOCOSO ESE! A veces la inseguridad me gana y tengo que mirarme en la luna de algún carro para ver si en verdad mi apariencia resulta tan escandalósamente herética. Supongo que para algunas ancianas, tengo mala pinta. Sin embargo, sigo con un sorprendente pero bienvenido optimismo frenético que me hace tararear canciones que... prefiero no mencionar.
Pasando medio día, todavía estoy dando vueltas por el óvalo. Tengo hambre así que entro a Wong y compro un par de panes y una Coca-Cola. Todo es navideño en Wong. Siento que en cualquier momento unos duendes de plástico podrían saltar de atrás de un estante y robarme las zapatillas o algo. También hay nieve. Niños, todo es una mentira, acá no cae nieve ni existe nada de lo que te quiere hacer tragar la navidad importada con la que todos parecen estar contentos. Papa Noel tampoco existe, un señor conocido como el anciano del monopolio lo mandó eliminar y ahora él se encarga de darle dinero a papá-y-mamá para que te compren cosas en [el nombre de tu negocio podría estar aquí, llama ya al 91350693 para más información]. Me siento bacán caminando con mi Coca-Cola y mi bolsa de pan. Voy rumbo al parque de Miraflores.
Si, un encendedor por favor. Gracias. ¿Aló? Hey Romina [Hey que tal en que andas si chévere increíble oye no quieres de repente un día tu sabes salir por ahí caminar mira que el sol estos días esta perfecto y el malecón no queda lejos de tu casa caminar y conversar nada más mencionar lo rica que estás y avalanzarme como una bestia sobre tu cuerpo qué no daría por saborearte completa darte besitos en el cuello y quedarme dormido en tu pelo y mierda esos ojos déjame tranquilo porqué siempre termino inventando huevadas así cuando camino], ¿En qué andas? Ya, genial. Nos vemos. Chau. Acabo de salir de una bodega cerca de la Calle de las Pizzas y una amiga quiere hacer algo más tarde. Ya pasé el parque, nada especial. Me siento al borde de la vereda un rato y prendo el décimo cigarro del día. Por suerte para mí, vienen once cigarros en las cajetillas de diez de PALL MALL. Fue una grata sorpresa cuando la compré por primera vez y sigo enamorado.
La Calle de las Pizzas parece extrañar la noche. Siempre esta así durante el día, resaqueada, sucia y maltrecha. Atravesarla me hace sentir una especie de empatía general hacia todo el medio. Todo alrededor se vuelve hacia uno y uno desaparece entre todo alrededor. Antes de cerrar los ojos, veo formarse un pequeño remolino de hojas caídas, de esos que a veces hace el viento como jugando. Escucho el sonido que hace y siento que me jala. Me jala a permanecer, a estar ahí sin ser percibido. Yo me quedaría si no fuera el primer domingo de vacaciones. Sigo mi camino entonces, dejando atrás una calle pálida que quiere me acople a su melancolía. Yo tambíen espero la noche, pero qué bonito ha resultado ser este día.
Cae el sol y el cielo se pone colorsunset. Joaquina y la patrulla místicovagabunda del trago probablemente tenga algún plan para más tarde [Romina o la gente Romina o la gente Romina o la gente patrulla a la mierda es domingo y quiero chupar qué mierda si igual no me quiere o mierda quién sabe ya fue no importa total pesadilla mujer accesorio mañana la veo]. Parando un micro me veo reflejado en una de las ventanas y pienso: Mierda, qué bien me sienta la resaca.
Joc

1 comentario:

Joaquina Maldonado dijo...

Uuy existo yo! Mira mira ahi estoy!