miércoles, setiembre 10, 2008

En el mundo geométrico

En el mundo geométrico, no existen más que figuras ideales. El paisaje ante el que me encuentro solo puede ser visto a través de un caleidoscopio que no para de dar vueltas. Los colores saltan y vuelven, su movimiento es constante pero aleatorio. En mi cabeza ha quedado perpetuo un instante. Se ha repetido en mi memoria por lo menos veintisiete veces. Voy a contarlo, para escapar de él.
No existe el cielo. El fondo es azul y celeste a la vez. Veo dos círculos gigantes, verdes, delineados de negro, como pintado con aerosol. Uno encima del otro, solo que un poquito al costado.
No existen los planos. Dos millones de triángulos morados parecen estar sobre una superficie anaranjada (pero no hay superficies en el mundo geométrico). Son dos grupos separados, atravezados por varias líneas rojas fosforecentes líquidas. Parecen teñir un poco todo el paisaje. Estoy algo mareado.
La imágen huele a muerte de neón. Huele a plástico de juguetes. Me gustaría entrar al mundo geométrico. Dicen que detrás de cada triángulo se esconde un payaso hecho con figuras aún desconocidas para el hombre.
En ese instante, quise conocer a todos los payasos. Escuchar todas las risas.
Hoy siento dos manos negro en silencio tapar mis ojos, y tengo náuseas.

lunes, setiembre 08, 2008

PLATINIUM

Una puta se sentó en mis piernas y me preguntó si quería algún trago. No sabe que en mi monedero no hay más que tres soles ochenta. Había entrado al local como si fuera la basura más pudiente de Lima. La puta siguió sonriente, intentando conversar conmigo, tocándome la entrepierna de vez en cuando. Me pidió un cigarro. Verla fumar, ver una puta darle un pitada a mi cigarro, sentada en mis piernas, dispuesta a todo por dinero, hizo que el ambiente adquiriera un carácter bizarro y arrecho. El humo, el neón, la bailarina en el poste del fondo. La desnudez de sus senos. Mi adolescencia inexperta, entusiasmada. La esencia de todo eso atrapada en un cartel gigante frente a la vía expresa.
PLATINIUM.
Aparece un cabro y me dice: Hi, do you speak english?
Estamos en el segundo piso, en una especie de palco con vista al escenario. Me explica en un inglés masticado y a medias cómo hacer para levantarse a alguna de las chicas. Cualquiera de las putas sube a acompañarte si compras una bebida. Cincuenta soles. Me da un par de tarifas más, me ofrece el cuarto privado, etc. Me pregunta si es la primera vez que entro a un night club. Le digo que sí. Se ríe disforzada como la loca que es.
Finalmente dejamos de hablar en inglés y le digo que soy peruano. Me mira extrañado y se va.
Mis amigos se divierten. La puta que me tocaba a mí se ha ido, no le caí bien o se dio cuenta de mi deplorable situación económica. Me siento y disfruto -aunque con algo de miedo- un par de tragos de la cerveza de cortesía. Sale la siguiente bailarina. Sigo su rutina con cuidado e interés. Juega con los espejos, domina el poste con soberbia habilidad, es ágil y flexible. Termina y de salida se cubre con una manta. Tiene la cara completamente demacrada, vi en su expresión un espíritu quebrado. No siento pena. No siento nada.
Bajo las escaleras al primer piso. Me siento al costado de Unbroder mientras le habla a una puta equis. Se ríen y conversan con fluidez. Yo no se qué decir. No tengo idea de qué se puede conversar con una puta. ¿Por qué tengo tan presente que venden su cuerpo por dinero, por necesidad, y que probablemente sean miserables y tristes y alguien les pegue y vivan en un lugar de mierda? Unbroder parece estar con una chica cualquiera. Definitivamente tiene más calle que yo en cuanto a estos sitios. Ella me señala y pregunta si acaso no me gustan las mujeres.
No es eso. Lo que pasa es que estoy enamorado -le digo, estupidísimo, mientras Unbroder mueve la cabeza en signo de desaprobación.
Entonces, ¿Qué haces acá? -la puta esta confiada en lo letal de su réplica. Unbroder se ríe. Ella lo goza.
Pienso en la serie de eventos que me trajeron a este lugar.
No tengo idea. Podría continuar...

jueves, setiembre 04, 2008

Choque de realidad

Ella caminaba como si no entendiera. Como si fuera nada. Me distraje catorce cuadrados de la vereda intrigado por miles de grietas y deformaciones causadas por la lluvia y los qué-se-yo del mundo a través de los años. Su mirada seguía fija hacia el final de la cuadra. Sentí un dolor amargo apoderarse del funcionar de mi mente.

Siempre estuvo medio paso adelante.

Una señal PARE se avalanzó sobre mí, cortándome el cuello. Mi garganta ahogada en sangre salpicaba manchas que gritaban que yo la quería, que se diera cuenta.

Nunca volteó.

Agonizando me arrastré en dirección opuesta, dejando atrás la pintura del llanto de todas mis venas, sabiendo que al día siguiente nadie se enteraría gracias a las gentes de limpieza.