viernes, julio 11, 2008

Esperando en fila

Un monstruo se avalanzó sobre todas mis mujeres. Se las tragó mientras se reían, mientras se miraban en el espejo, mientras se acariciaban inocentemente, cruelmente. Un monstruo se avalanzó sobre todas mis mujeres y se las comió. Su estómago vibraba al ritmo de la música mezclada con sus risas. Mis mujeres se movían y sudaban. Bailaban y seducían. Disfrutaban el viaje por las entrañas del monstruo. Se consumían en el placer de lo superficial, de lo deliciosamente vacío y sin sentido. El monstruo reía.

Yo quería que me comiera. Que me tragara. Yo se lo pedía, le rogaba. Desde adentro del monstruo escuchaba su voz, la de la más linda de todas. Ella también se perdía de placer. Volteaba los ojos y se mordía los labios. Juntaba las piernas y movía la cabeza mientras una dulce sensación de pecado atravesaba todo su cuerpo. Le gustaba sentirse utilizada.

Yo no tengo a dónde ir. Sigo esperando.

El monstruo me vio destrozado, y me dijo: - No, no, no man, go fuck yourself.

Ella no pensó en mí ni por un segundo.
Yo no tengo a dónde ir.

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