jueves, mayo 17, 2007

El gran maestro, Doctor Paín y la Revelación.

El gran maestro salió apurado de la estación y subió al primer taxi que se le cruzó. Había decidido no ir en tren, lo veía tan lleno que lo abrumaba. No podía pensar tranquilo en un tren, ciertamente tampoco lo podía hacer en medio del tráfico pero no le quedaba otra. Pensó en lo que le dijo su mamá aquella vez que no quiso acercarse a darle un beso y luego vio el gran camino que había recorrido desde entonces. Respiró tranquilo un par de veces y le pidió al taxista que prendiera la radio. Esta radio venía de Japón y, por eso, solo captaba estaciones japonesas. Pa pa parapa pa sonaba la radio y el gran maestro tronaba los dedos mientras le caía el aire contaminado de la calle en la cara. ¡Qué feliz se veía el gran maestro! Se dijo, así es como funciona el mundo, una radio pa pa parapa pa, ese aire tan puro y gris a la vez ya poco importan. Terminaba la canción y ya casi llegaba el gran maestro a su destino. Se bajó una cuadra antes para poder caminar un rato y al llegar a la agencia de viajes, compró dos boletos a Hawai.

Salió el gran maestro satisfecho de la tienda y justo cuando se subía a un segundo taxi, una sombra oscura se coló a su lado y junto al ritmo de la canción de la radio japonesa, le dijo al oído sonriendo:

Pa pa parapa pa, Oh gran maestro. ¿Piensas tomar vacaciones?
Tú que creaste al mundo, ¿Piensas tomar vacaciones?
Tú que creaste este mundo, ¿Qué piensas hacer?

¿Cómo que este mundo? Preguntó el gran maestro, algo incómodo. Yo cree el mundo, este mundo, por supuesto, pero como no he creado ningún otro, es simplemente EL mundo. ¿Qué quieres decir con “este mundo”, entonces?

Bueno, verás, no sólo existe un gran maestro. Y todos en algún momento se encuentran con Verónica y le regalan el mundo a sus ojos. Y luego compran boletos a Hawai, y luego se encuentran conmigo. No sólo existe este mundo. Existen muchos más. Y tu mundo se encuentra dentro de diecisiete otros mundos, los cuales como uno solo dan vueltas alrededor del Sol. No, no es el sol que creaste. No me mires así.

Lo pensé en algún momento, pero nunca me pareció posible. Sin embargo, no pueden ser todos exactamente iguales a mi, ¿o si? Yo me considero muy especial.

No todos tienen barba. Y hace dos años un tipo compró boletos a Grecia. Obviamente son diferentes personas, cada una con una esencia única y especial, pero todos destinados a hacer lo mismo. Verónica tomará tu mundo y lo reunirá en su código original para luego ser absorbido por el Sol. Es así como funciona el mundo y no tiene de fondo una canción de radio japonesa.

Pero…

Pero nada. Ven conmigo a la dimensión superior, desde donde se pueden ver todos los mundos, hasta podremos ver el Sol. Es precioso, te lo prometo.

Supongo que no me queda otra.

Supones bien.

¿Quién eres?

Mi nombre no tiene importancia, pero puedes llamarme Doctor Paín. Soy el vínculo entre los mundos del hombre y la dimensión superior. Mi tarea es asegurarme de que el proceso de reunión con el Sol sea completado. Ahora vámonos, el Apocalipsis esta a punto de empezar.

Y así se fue el gran maestro. Su mundo ya no era más, ahora estaba solo. Aún no sabía mucho del Doctor Paín, pero parecía tener buenas intenciones. Pronto se encontrarían con la princesa de la nada, algo que ni siquiera el Sol había calculado.

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