sábado, julio 08, 2006

Malditos locutores, no toquen a los niños.

Cual es el problema con los locutores de radio, no los entiendo, en especial a los idiotas que hacen los programas de la mañana. Es raro porque yo también pensé, en mi época, que eran de puta madre y chéveres y rebeldes, y desde hace un tiempo quería escribir algo sobre ellos. Sinceramente, no se que tienen en la cabeza. Dejando de lado que tienen como treinta años y no hay razón para que se comporten como adolescentes… (De los que no quieren hacer sus tareas y tienen una extraña necesidad de llamar la atención a toda costa, generalmente quedando como idiotas o adoptando algún estereotipo popular de la época) también hablan como si en verdad supieran como piensan los chicos y chicas y fueran una especie de ejemplo a seguir. No, no eres bacán, tienes treinta años y vives con tus papas, nunca acabaste la universidad o te metiste a algún instituto mediocre, tu único logro en la vida es tu patético programa matutino hecho para estúpidos escolares sin personalidad que viajan felices escuchando tus tonterías en su movilidad. Tu público esta conformado por niños idiotas, gran logro, gran llegada, gran cambio en la sociedad. Pero, ¡Oh pamplinas! Sigues siendo un parasito en el mundo.

Estoy seguro que hay gente que los defenderá eternamente diciendo que en verdad si saben como son los adolescentes y por eso se conectan con el publico y dan su mensajito y que en verdad, que no sea malo, que si son graciosos, etc. No me importa. Cualquiera que diga eso solo me demuestra que tiene menos cerebro que los idiotas a los que defiende. Si, a ti que te gusta mañana maldita, si tienes mas de doce años, NO VALES LA PENA. Ahórrales billete a tus viejos y métete un tiro. Sin huevadas.

No se, me dan pena, porque seguro habrán tenido algún trauma de infancia, estos locutores del demonio. No es mi culpa que te hallan abusado de niño, que te golpearan brutalmente todos los días, que un niño gordo y afeminado te acosara, que nunca conseguiste una enamorada que no tenga bigote o pueda ser comparada con una ballena, que sabré yo. No fuiste feliz en tu adolescencia, o te gustó demasiado: Lo siento, no hay viaje de regreso. Ojalá te atropelle una manada de simios.

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