martes, abril 14, 2009

Trapiquini y la yentiii: Lolita

El que no arriesga, no gana. Lo has escuchado incontables veces. La televisión te dice que es verdad, casi todas las películas te aceleran el corazón y hacen que te la creas. Es más, sabes que no es del todo mentira. Fuera de la porción de fantasía innegable que hay en todo romance ficticio, hay algo en esa idea que siempre será cierto: no puedes esperar que algo suceda sin hacer nada al respecto. Son pocos a los que todo les cae del cielo, y en eso no miente ni el cine ni la televisión. Las historias de amor que nutren nuestro imaginario podrán ser jodidamente perfectas, y podrán parecer imposiblemente calculadas, pero yo creo que cada uno merece vivir su propia versión del drama adolescente de preferencia.


Trapiquini recordó haber dicho, mientras veía caminar por la playa a V, que “el que no arriesga, no gana”. Entonces arriesgó, y terminó ganando, pero eso fue hace ya un par de años. Luego pensó en su amigo Droopy, que parece que tiene cara triste, cuando contra toda posibilidad dijo “a la mierda” y sacó a bailar a la rubia destructora de mentes del momento.






Y bailó. Y luego cayó en desgracia con un par de amigas federales, pero eso no es importante. Por último, se acordó de la Sombra (the Mystic Shadow para las señoritas de alta alcurnia), que hace una semana le metió letra a una dama que va por el nombre de Pika, cuando Trapiquini nunca habría podido hacerlo de manera tan suelta. Hay que creérsela para poder vivirla. Pareciera que estoy hablando de mí mismo en tercera persona, pero la verdad es que Trapiquini y quien les hace perder el tiempo somos bastante parecidos en personalidad (yo sería definitivamente un tanto más atractivo), y hemos sido amigos por mucho tiempo. Digo esto pues me he tomado la libertad de añadir una pequeña reflexión propia al inicio de la historia, y espero no haya sido por las huevas.


Trapiquini terminó de pensar diciéndose a sí mismo “puta, fácil la estoy pensando mucho” mientras mordía el carísimo pero delicioso sanguche triple que se había comprado. ¿Clase de antropología? En el pasado. Había sido retenido por el hambre en un primer momento, pero una fuerza extraña de aroma rosado refrescante y sabor indudablemente prohibido harían que se quedara una hora y media más sentado en una banca: Lolita. Uno puede pensar “ya ok debe ser una flaca rica, pero… ¿por qué tanto chongo?” y entonces yo respondería “porque puta así es la vida” y no pretendería dejarme entender o explicarme, pero dadas las circunstancias tengo tiempo para iluminarte a ti, escéptico, sobre por qué tanto chongo. Lolita es mucho más que un capricho perfecto de la genética humana, su aparición trasciende el ocasional babeo o la exageradamente detallada fantasía erótica y se convierte en una idea que enmarca todas las situaciones que pudieron ser, todo lo que no se hizo, lo que se perdió por no hacerlo, lo que todavía se puede hacer y la esperanza de lo que se puede ganar. La idea de la “situación Lolita” no es solo de los personajes que la vivieron, sino de todo aquel que haya sido cagado por su naturaleza arrugona. Es decir, de todos porque así seas el más canchero o canchera del mundo, en algún momento te has quedado ‘ugh’ sin aire y con las ganas. De todos modos, Lolita si esta más rica que parrillada en viernes santo y eso debería ser suficiente para este tipo de cojudeces.


Trapiquini no había terminado de pasar el triple cuando se sentaron a su costado Bunker, Aire y Nescafé. Tomó a Bunker for el brazo y, sacudiéndolo, le dijo “Mira, mira mira mira, MIRAARAAWAHGG”.


“La putamadre, ¿qué quieres? ¿Qué cosa?”
“Escaleras. Al frente. Mírala o toda tu vida será una mentira”
“¿La de polo morado?”
“¡¡MÍRALA!!”
“Oe huevón te pasas de pendejo no es para tanto”
“¡¿QUÉ?! Hijo de perra” Trapiquini voltea hacia Aire y le señala a Lolita.
“Oe Bunker estás cagado. Está más que rica. Muchísimo más. Puta broder, es de esas flacas que ves y quieres morir sin razón alguna”


Trapiquini se sintió confundido por el comentario, y sin embargo entendió a Aire perfectamente. Y sí, nadie le habló a Lolita. Les faltó algo, una conexión, un motivo, una razón, etc. Muchas excusas fueron dadas, pero Trapiquini siempre supo que no faltaba nada. Pero había que creérsela, y algunas veces la duda asalta en los peores momentos. No tuvo tiempo de meditar sobre lo sucedido pues Nescafé mencionó que “esa flaquita tiene pinta elástica, ¿no?” y entonces nadie pudo evitar cagarse de risa y empezar a hablar huevadas. Será para otra.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mejor y tu personaje le habla no? asi habria algo mas interesante que contar.

Anónimo dijo...

si no te gusta no leas

Anónimo dijo...

parcha